Estamos en un buen momento para callarse y observar. Aunque la tendencia sea la opuesta, todos intentando mostrar su mejor perfil, sus mejores ideas, sus mejores performances, la actitud más adecuada sería observar atenta y silenciosamente a todo nuestro alrededor. Hay un impulso esos días para buscar rescatar o re-negociar acuerdos antiguos, para decir a otros todo lo que se quedó atragantado en la garganta, y en algún sentido culpar a alguien o algo por esas cosas que desearíamos que estuviesen ocurriendo y no están. No son buenas ideas. Entonces, desde un punto de vista general lo mejor sería dedicar esos próximos días para observar y sólo actuar con cautela.
Sin embargo, en algunos casos, si tu caso en particular es el de alguien que no suele hablar explícitamente lo que piensa y siente, y te parece difícil expresarte con clareza, especialmente cuando el tema son sentimientos, entonces puede que sea el caso de hacer lo opuesto: aprovechar el impulso del momento y hablar todo lo que siempre has querido hablar y nunca lo has conseguido, echar para fuera lo que ha estado tanto tiempo allí, esperando, o siempre llegando a la sensación de que algo quedó sin ser dicho, o no lo suficiente. De esa forma, ahora seria la hora para romper bloqueos comunicativos o expresivos. Aún así, hay que tener en cuenta el riesgo de hablar demasiado, o pasar los límites. Hay que pensarlo bien antes de abrir la boca.
Demostrar afecto, especialmente de las maneras menos obvias, menos descriptiva, verbal, mas divertida, será muy beneficioso por ahora. Al mismo tiempo, la impaciencia puede dificultar la convivencia pacífica. Si una discusión es “una-lucha-que-vale-la-pena-ser-luchada” entonces hay que debatir hasta que las cosas se arreglen. Si no es, una escalada de agresividad puede llegar fácilmente a la violencia con perjuicio a todos los involucrados. Relájate un poco.
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